La política del BCRA es contractiva y expansiva, y refuerza la opción de las Lebac para invertir.
Por Federico Furiase y Martín Vauthier
El sesgo de la política monetaria se ha vuelto mixto. “Contractivo” cuando se analiza el amplio colchón de tasa real positiva al comparar la tasa nominal de referencia (26,25%) o de las Lebacs con las expectativas de inflación a 12 meses (17,2% según el REM). “Expansivo” cuando se tiene en cuenta el ritmo de crecimiento de la base monetaria corregida por encajes en términos reales dada la expansión monetaria asociada al déficit fiscal a través del financiamiento monetario directo (giro de adelantos transitorios) e indirecto (compra de dólares al Tesoro) del BCRA al Tesoro, a la emisión generada en las licitaciones primarias de Lebacs frente a los altos vencimientos en los ya tradicionales “súper martes”, al desarme de pases de los bancos y a la expansión del crédito con el motor de las líneas impulsadas por instituciones públicas que fondean parcialmente las financiaciones con desarme de Lebacs (por ejemplo, Banco Nación y ANSES).
Las tasas hacia adelante
No vemos margen en el corto plazo para que el BCRA relaje el sesgo contractivo de la política monetaria frente a las metas de inflación establecidas. Si bien la meta de inflación de 17% para diciembre de este año ya es prácticamente incumplible teniendo en cuenta que la inflación en el año acumula 15,4%, el BCRA ahora tiene todas las fichas puestas en que la inflación se estacione en el ritmo de 1% mensual para estar en línea con la meta central de 10% en 2018, consistente con un ritmo promedio de inflación mensual en torno a 0,8%. Pero todavía las expectativas de inflación del termómetro del REM para los próximos meses (en torno a 1,4%) y la inflación núcleo siguen viajando por arriba del sendero consistente, acotando el margen del BCRA para relajar el ancla de las tasas. Sobre todo teniendo en cuenta el sendero de suba de tarifas pendiente para el resto del año y que la recuperación del consumo empieza a dar cierto espacio a las empresas para trasladar a precios parte del aumento de los costos dado por la suba de las tarifas, las paritarias y el dólar. Por lo tanto, el BCRA seguirá manteniendo el sesgo contractivo de la política monetaria, sosteniendo la señal de la tasa de referencia y retirando liquidez a través de los mercados secundarios de Lebacs, intentando que el proceso de formación de precios se incline más hacia la meta futura y menos hacia la inercia pasada. El desafío se verá en las negociaciones paritarias para acotar los efectos de segunda vuelta de la suba de tarifas y del dólar.
¿Sigue el carry trade?
Para los próximos meses, con un mercado que apuesta al margen de construcción de capital político de Cambiemos de cara a las elecciones de octubre y las tasas bajas en el mundo anclando la presión cambiaria, el intento del BCRA por llevar el rimo de inflación hacia la zona del 1% mensual con la señal de la tasa de interés seguirá manteniendo el atractivo de las Lebacs. El Tesoro y las provincias tendrán que seguir vendiendo dólares de la deuda para financiar la caja de pesos (el sector público cuenta con US$8.200 millones en depósitos en moneda extranjera), surtiendo un efecto anestesia sobre el dólar, aún con las compras de dólares del BCRA -poniendo un piso a la cotización de la divisa- que luego terminan siendo esterilizadas vía Lebacs. Por eso para los próximos doce meses, proyectamos un dólar que seguirá viajando por detrás de la inflación (17,2% la inflación esperada para los próximos doce meses según el REM), y una tasa de interés que seguirá más que compensando las expectativas de inflación. Tomando las tasas de las Lebacs con vencimiento al 20 de diciembre en los mercados secundarios, el dólar break even se ubica en la zona de $18,2 al cierre del jueves: por lo tanto, para el inversor que espera un dólar por debajo de ese nivel al vencimiento tendrá incentivos para apostar al carry trade. En el campo de los bonos, la meseta de las tasas de los bonos del Tesoro de EE.UU. permite aprovechar la mayor sensibilidad (duration y convexidad) que tienen los precios de los bonos más largos al movimiento de las tasas para capitalizar un escenario de compresión adicional de spreads con un mercado que anticipa margen de construcción de capital político del Gobierno para pasar por el Congreso las reformas estructurales. En todo caso, los bonos en dólares cortos diversifican el riesgo cambiario de las Lebacs y el riesgo duration de los bonos largos.
¿Riesgo de roll over?
La bola de nieve de las Lebacs implica un riesgo para la sostenibilidad del proceso de desinflación dado que la acumulación de vencimientos en el corto plazo (en torno a 60% de la base monetaria en los últimos meses) presiona sobre la tasa de interés requerida en función de las expectativas de devaluación más un plus para renovar las letras. Y si en algún momento la tasa de interés requerida no resulta viable en términos de consistencia político/social, la expectativa de monetización y la presión cambiaria resultantes podrían desacoplar las expectativas de inflación. Mientras tanto, el stock de Lebacs (en torno a 10% del PIB) representa una masa de ahorro en moneda local (40% del total) congelado que por ahora no está disponible para financiar inversión. Si se logra corregir gradualmente el déficit fiscal y se mantiene el ingreso de los capitales, el BCRA irá encontrando espacio desde el lado de las expectativas de inflación y del dólar para ir bajando las tasas de las Lebacs, permitiendo así una transición gradual de la liquidez desde estos instrumentos de esterilización hacia los depósitos, potenciando al final del camino la capacidad prestable del sistema financiero. Por ahora, los obstáculos que encuentra el BCRA para bajar la inflación hacia la meta no dan tregua para bajar las tasas de las Lebacs, mientras que la amplia liquidez de los bancos le pone un techo a las tasas de los depósitos. Y en la transición, el BCRA se enfrenta con un dilema: mostrar por un lado una curva de rendimientos de Lebacs con pendiente negativa en las licitaciones primarias (pagando tasas más en los tramos más cortos) en línea con expectativas de inflación decrecientes en el tiempo, pero después tiene que “desdibujar” esa pendiente cuando en los mercados secundarios tiene que subir las tasas más largas para retirar excedentes y estirar vencimientos.
¿Senderos consistentes o divergentes?
Los senderos de desinflación y de ajuste del déficit fiscal antes de intereses (con una meta que va desde 4,2% del PIB en 2017 a 3,2% en 2018) tienen que ser consistentes para mantener la credibilidad del mercado. Sobre todo teniendo en cuenta que una desaceleración rápida de la inflación podría complicar el ajuste fiscal buscado, dado que 55% del gasto público (60% en 2018) indexa por ley al pasado mientras que la recaudación se mueve más en línea con la nominalidad (inflación y crecimiento real) contemporánea. Por otro lado, el ajuste fiscal recae sobre la baja de subsidios y la suba de tarifas, proceso que en el corto plazo presiona sobre el nivel de precios (agregaría en torno a 2/3 puntos a la inflación de 2018), complicando el alcance de la meta de 10% en 2018.
Un ajuste económico mirando a la política
Finalmente, para mantener el ingreso de los capitales y financiar a tasas razonables el aumento del déficit de cuenta corriente externa frente a la alta elasticidad-importaciones del producto y los vencimientos de Lebacs, será clave que los senderos delineados para el ajuste fiscal y la baja de la inflación sean consistentes, cumplibles y que no amenacen el equilibrio social y la construcción de capital político del Gobierno. Si el financiamiento externo se encarece sustancialmente, la bola de nieve de las Lebacs y el aumento del déficit comercial podrían requerir un tipo de cambio real más alto para corregir las distorsiones. Si eso sucediera, será clave que la credibilidad del sendero de desinflación permita acotar el traslado a precios de las correcciones cambiarias, dejando que el ajuste del tipo de cambio corrija el salario en dólares y el desequilibrio externo sin deteriorar el poder adquisitivo de los salarios.